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miércoles, 1 de abril de 2015

Lucina: Una futura Leona?

Desde que sorprendió a todos en la última edición de los playoffs por sus buenas actuaciones con la camiseta de River, su singular apellido empezó a hacer ruido en el mundo del hockey. Pide que le digan Luchi y sueña con vestir la celesta y blanca de Las Leonas. Para eso dejó su Misiones natal y sus esfuerzos están dando sus frutos, ya que la convocaron para entrenar en el Sub 21. 


(GENTILEZA SHEILA SHAB, ESPECIAL PARA HOCKEY MOBILE Y REVES) 
Von Der Heyde. Puede sonar un poco alemán u holandés, pero Lucina nació acá, en suelo argentino, en la provincia de Misiones -y qué suerte tuvimos de que naciera en este país-. A sus cuatro años, su mamá la llevó a ella y a sus dos hermanas más grandes a jugar al hockey por primera vez. Al principio su atención se desviaba de inmediato y se iba a jugar al fútbol o a hacer otro deporte, le costaba permanecer en el entrenamiento. No fue un flechazo a primera vista. Dos años le costó enamorarse por completo del palo y la bocha, pero ahora parece ser un amor para toda la vida que promete vestirse de celeste y blanco. Lucina Von Der Heyde nació en Misiones en 1997, cuando Las Leonas todavía no eran Las Leonas pero sí ya se estaban gestando. Su madre, que jugó al hockey, fue quien la acercó a este deporte y la llevó al Club Educación para que se inicie en la actividad. Después se pasó a San Francisco y finalmente terminó en el Centro Cazadores. Éste último es el cual asegura que “le dio todo”. Participó de varios Regionales y Argentinos representando a su provincia. En el 2014 se vino a Buenos Aires persiguiendo un sueño y en el medio se cruzó con Cachito Vigil, el club River Plate y una inesperada convocatoria para el Junior.

¿Cómo llegaste a River? 
 -En el 2011 empecé a pensar en mi futuro un poco más en serio y tuve la idea de venir a jugar a Buenos Aires, tenía 14 años. En el 2013 viajé con mis hermanas a un Regional de la Primera a Santa Fe y justo estaba Julio Altamirano que es entrenador en River y había sido mi entrenador en Misiones. Me dijo: “Luchi, ¿no querés ir a jugar a Buenos Aires, a River?”. Me tiró la idea y como yo ya lo tenía pensado creí que era un paso importante, que lo podía hacer. Y ahí lo hablé con mis papás, y ellos me bancaron.

¿Cómo fue el comienzo en un club tan grande? 
 - Lo que más me sorprendió fue la cantidad de personas que había adentro de la cancha. Allá en Misiones si había 20, éramos muchísimas (se ríe). La cancha sintética también, que sea parte del club es increíble. En Misiones no teníamos sintético, era de la Federación no del club. Y después verlo a Cacho (Vigil), era como que seguía soñando, no lo podía creer.Me costó al principio porque el ritmo es distinto y el primer día ya nos tomaron el yo-yo test y me asusté un poco, pero lo fui llevando. Las chicas me recibieron muy bien, la mayoría son del interior y me entendían, me abrieron las puertas y me hicieron parte muy rápido.
Von Der Heyde está convencida de que su sueño de jugar a la Selección no es inalcanzable pero tiene que trabajar duro para conseguirlo. Se animó a dejar a sus amigas y venir a Buenos Aires sin si quiera haber terminado la secundaria. Terminó cuarto año en el Instituto River y quiere en este 2015 rendir su último año por Internet para poder dedicarle todo su tiempo al hockey. Esa decisión, su talento y dedicación, la llevaron al Junior argentino. 

¿Cómo te convocaron para empezar con el Sub 21? 
 - Fue en un partido contra Banco Nación que se jugó de noche porque lo teníamos que recuperar. Yo estaba mirando el partido de la Intermedia y se me acercó Nico Della Torre (ayudante de Vigil), mi entrenador y me empieza a hablar: “Ey, Luchi ¿cómo estás? ¿Qué tenés que hacer el lunes a las tres de la tarde?”, yo le dije que nada que tenía Informática pero salía tipo dos. Y me dijo “Bueno, porque tenés que ir al Cenard a entrenar con el Junior”. Lo miré y le pregunté si me estaba haciendo una joda, me dijo que no, que era en serio que vaya y pregunte por Agustín Corradini. Yo lo miraba y no caía, le pregunté mil veces si era enserio. Le dije que si llegaba a ser mentira, me las iba a pagar. Y ahí jugué todo el partido pensando en si era verdad o no, estaba a full. Y se me acercaron Maca Rodríguez y Lau Aladro y me dijeron que era cierto, que había quedado. Y ahí lo llamé a mi papá, y no caía. La emoción estaba.

Maca Rodríguez y Lau Aladro también son del interior, juegan con vos en River y están en la Selección, ¿les pedís consejos? 
 - Es difícil estar lejos de la familia. Maca y Lau son dos genias. Siempre las tengo como referentes por lo que significan para el club, para el semillero y para Las Leonas. Las dos me ayudan mucho, me dan consejos, cuando ven que estoy mal adentro de la cancha, me dicen “Mirá Luchi, es mejor que hagas esto”. Siempre me acuerdo que metí un gol contra Belgrano y Maca me abrazó y me decía “no te lo puedo creer” y me seguía abrazando, se puso contenta por mí. Y Laura siempre en los entrenamientos está con buena onda, me pregunta cómo estoy, cómo me está yendo en el Junior. Que dos chicas de Selección, que están a esa altura, sean tan humildes y se preocupen tanto, no tiene precio. Con edad de quinta División, Lucina ya empezó a sumar minutos en Intermedia para después dar el gran paso a la Primera del club de Núñez y tener la posibilidad de hasta jugar los últimos Playoffs. “Nunca había pensado jugar en Primera, y menos jugar los Playoffs. Y cuando dio la lista y estaba yo, no lo podía creer. Tenía ganas de irme a Misiones porque justo el Sub 18 se jugaba allá y no tenía idea de lo que significaban los Playoffs. Lo hablé con Cacho y él me hizo entender que era mejor que me quede. Entrar a la cancha y sentir a toda la gente alentando, las vikinguitas de River gritando tu nombre, es una sensación que no se puede explicar”, explicó Lucina.

Y encima te diste el gusto de gritar un gol. 
 -Mi primer gol fue contra Hacoaj. Igual fue una jugada toda de mi compañera, yo apenas la empujé, pero meter un gol en los Playoffs me emocionó mucho. Por suerte pude jugar contra Ciudad y eso fue sorprendente. Cuando metí el gol y escuchaba a la tribuna de me alentaba y gritaba. Me daban ganas de llorar, no podía creer lo que había hecho, fue zarpado.

 Muchos cambios en sólo un año, ¿te imaginabas todo esto? 
 - Lo hablaba el otro día con mi mamá. Soñé toda mi vida con esto y ahora que me está pasando no caigo, no lo puedo creer. EL 2011 fue cuando mi cabeza cambió, jugamos en Santa Fe la final contra Rosario, que para nosotras es la elite del regional, y cuando lo ganamos se me acercó mi entrenador, me abrazó y me dijo que era tiempo de que haga un click. Me hizo pensar mucho y ahí fue cuando me di cuenta que quería jugar en la Selección. Ahora se me está dando de a poco, siento que estoy durmiendo, soñando.
A pesar de vivir con su mejor amiga de su provincia natal, que también se vino a la Gran Ciudad, Lucina asegura que hay momentos en los que le gustaría estar más cerca de su familia pero que por suerte ahora es mucho más sencillo estar comunicados. “Es triste, pero siento que me apoyan mucho y eso es algo lindo. Estar lejos de tus papás te hace ver distinto la relación, ahora me doy cuenta que los extraño y de todo lo que hacen por mí”.
 Además, cuenta lo que le costó adaptarse a trasladarse de un lugar a otro: “Para aprender me subí a un colectivo para ir a entrenar pero dos horas antes por las dudas. Me subí al 60, le dije a donde tenía que ir y me dijo que no iba para ahí, que me tome otro, el 161 y después otro. Yo no entendía nada. Encontré el 161 y me subí y así de a poco fui aprendiendo. Acá tenés medios de transporte para todos lados, pero antes tardaba cinco minutos para ir a lo de mis amigas y ahora una hora”, se queja un poco.

¿Cómo te ves de acá a dos, tres años??
 - Trato de no pensar para delante. Siempre tuve mi sueño de jugar en la Selección y ahora que lo tengo lo vivo de a poco. Si Dios quiere me imagino ya instalada en las Vikingas con un puesto definido, de titular, de lo que Cacho prefiera, pero titular (se ríe), y campeona con River. Tengo muchos sueños, sueños chiquitos, sueños grandes. Irme a jugar afuera sería uno de los grandes. Jugar y que te paguen por jugar es el sueño de cualquier jugadora de hockey, y más en un nivel como puede tener Alemania u Holanda.

¿Cómo es tener a Cachito Vigil de entrenador? 
 -Cacho es de otro mundo. La confianza que me dio poniéndome en la Intermedia con edad de quinta y después en la Primera y en los Playoffs, es increíble. Se me acerca a hablar, me pregunta cómo estoy, si necesito algo, te corrige, marca los errores. Yo no lo había vivido de otro entrenador. Que venga de él, que revolucionó el hockey argentino, habla de lo que es, de su humildad y lo buena persona que es. Cuando Lucina Van Der Heyde era chiquita, seguía mucho a Las Leonas, en especial a Maca Rodríguez y a Charito Luchetti. En ellas veía lo que quería ser cuando sea grande. “Le conté a Maca que tengo una foto con ella en el Mundial del 2010, era mi ídola y ahora juego con ella. Es increíble”, contó asombrada la jugadora de River. Todavía no cae, habla y se la escucha con un entusiasmo inmenso, sus ojos verdes le resaltan más que sólo por el contraste que hace con su piel morena.
 Muchas gracias, Lu, de nada, pero ¿te puedo hacer una pregunta? Sí, claro.
 ¿Por qué me hacen una nota a mí?
 Su humildad es la respuesta. Porque eso es lo que hizo de su historia, un cuento de esfuerzo, dedicación y perseverancia: ¿Acaso no es eso lo que se necesita para ser una Leona?

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