Nadal y una fantástica victoria. (Gentileza Getty Images) |
Nadal se impuso al número cinco del ranking por 7-6 (7/5), 3-6 y 7-6 (8/6), en 3 horas y 11 minutos de partido.
Lamentablemente en el tenis tiene no existe el empate, pero ninguno de los dos semifinalistas mereció irse con la cabeza gacha, y no precisamente por haber perdido, sino por la extraña sensación de haber dado todo y que ello no fue suficiente.
El primer set se pareció más a un partido de ajedrez que a un encuentro de tenis, con dos jugadores que pusieron la máxima atención al servicio, situación esta que los llevó a descuidar el contraataque y que irremediablemente podría dejarle un mal sabor de boca a aquel que perdiera el primer parcial.
Tan sólo seis puntos perdieron ambos jugadores con su saque en el set inicial y sin oportunidades de quiebre, no había otra alternativa que recurrir al tie break, resolución esta que siempre termina favoreciendo al mallorquín, por su gran capacidad de jugar punto por punto.
Dos mini quiebres en la definición, con la última para Nadal, le permitieron quedarse con el set inicial en exactamente una hora de juego.
•Cambio de actitud
El británico Andy Murray sabía que tenía que hacer algo para revertir su complicada situación pero para ello tuvo que vivir momentos de zozobra en el game inicial del segundo set.
El británico había perdido seis puntos con su servicio en igual cantidad de games de saque en el primer parcial y en el inicio del segundo, perdió cuatro y tuvo que batallar bastante para mantener el game, no sin antes tener que levantar dos puntos de ruptura.
En el séptimo punto, Murray consigue el quiebre en la cuarta oportunidad, luego de que el español levantara un 0-40.
En el noveno game, el británico vuelve a quebrar para llevarse el segundo set por 6-3 y pasarle el mensaje a su oponente de que no la iba a llevar tan fácil.
El jugador local cometió el error de pensar que ya estaba encaminado el partido y luego de ganar el primer game del tercer parcial, desperdicia un 30-0 con el saque de su adversario, incurriendo en una serie de errores de otro partido.
Los errores continuaron fluyendo en el tercer game y un competidor de la talla de Nadal no iba a deja pasar esa brillante oportunidad de quebrar.
En el sexto game, el español levanta dos breaks pero se mantiene 4-2 en el marcador.
Para ese entonces, el tablero de ajedrez ya había volado por los aires y había que jugar y defender con lo que se tenía a mano.
Ambos competidores hicieron delirar por momentos al público presente por la garra y la vergüenza deportiva puesta de manifiesto en cada una de las pelotas.
Pero Murray no estaba dispuesto a entregarse así nomás y luego de salvar un match point en el noveno game, recupera el break en el siguiente y con la concreción de su 21º ace, se adelanta en el marcados 6-5.
El mallorquín iguala el encuentro y van a la definición, donde el británico consigue dos mini breaks y pone en el marcador un 4-1 que ilusionaba al público local, pero enfrente estaba el número uno del mundo, que dijo esta final es mía y a pesar de que los aplausos fueron para ambos, la alegría fue solo para Nadal.
•Backswing
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